UNA EDUACIÓN SUPERIOR SIN RUMBO

El sistema educativo mexicano no está cumpliendo con la formación que se requiere en el mundo actual. Mientras los países desarrollados hablan de integrarse activamente a la Cuarta Revolución Industrial con inteligencia artificial, redes neuronales, internet de las cosas, realidad aumentada, entre otros, nuestro país sigue midiendo a nuestros niños únicamente por su capacidad de memorizar. 

Los países que han entendido que la educación es el mayor motor para una economía, han centrado sus sistemas educativos en la generación de innovación, y esto se logra, fortaleciendo varias habilidades desde temprana edad.

Hace unos días tuve la oportunidad de reunirme con Virpi Heinonen el Equipo Líder de América Latina para la Universidad de Tampere en Finlandia, quien me pudo presentar un sistema de generación de innovación y emprendimiento de sus alumnos, que en plena pandemia (2020), habían logrado facturar 8 millones de euros en utilidades de las empresas de estudiantes de la universidad, quienes aún ni siquiera egresan de la institución.


Mientras el mundo avanza, nosotros seguimos centrados en un sistema educativo que forma empleados, pues los jóvenes egresan del bachillerato sin saber absolutamente nada de finanzas, no entienden el lenguaje financiero, y no cuentan con habilidades para detectar oportunidades de negocio.

Los datos son complejos, en nuestro país 9 de cada 10 empresas cierran antes de 5 años por mal manejo financiero, problemas de marketing y desconocimiento de tramitología; al final cierran, porque nadie les enseñó a ser emprendedores.


La educación superior también tiene sus propios problemas, pues la investigación que se genera en los posgrados tampoco impacta lo suficiente en el ecosistema de generación de riqueza que requiere el país. Para el periodista César Suárez “de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), menos de un millón de personas en México cuenta con estudios de posgrado. En el país existían hasta 2010 alrededor de 73 mil personas con estudios de doctorado de acuerdo con datos del centro de investigación de Bancomer (BBVA). 

Si bien ya son pocos los mexicanos con doctorado, el porcentaje que reside en el país es aún más pequeño si consideramos que el 21% de este grupo emigra a los Estados Unidos.

En la actualidad menos de 0.1% de los mexicanos cuentan con doctorado, mientras que en Estados Unidos es de 1.8%. Peor aún, nuestros doctores son en mayor grado en áreas como ciencias sociales y humanidades, mientras que en Estados Unidos están en ciencias, ingenierías y agricultura.


La gran cadena de carencias de nuestra educación se refleja al final en un pobre ecosistema de ciencia y tecnología que no cumple con las expectativas que necesitamos para desarrollar nuestra economía. Según datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), México generó en 2020, 397 patentes, mientras que Estados Unidos realizó 164.562, Corea del Sur, 103.852, y China 400.691 patentes, por lo que claramente podemos observar el atraso enorme que tenemos en la construcción de conocimiento, el cual se ha convertido en el “petróleo del siglo XXI”.


También sabemos que de cada 10 niños que entran a un kínder en México, únicamente el 1,2 terminan una licenciatura, por lo que la deserción también se ha convertido en un freno al desarrollo educativo del país.


México necesita entender que la educación es el motor del país, y que la única manera de mejorar nuestra economía será apostándole decidida y estratégicamente a nuestra educación con un enfoque alineado a las necesidades reales del país y del mundo, y con el objetivo de producir valor y desarrollo, y esto solo se logra con un sistema educativo centrado en la innovación como fin último, y no con un sistema enfocado en la memorización, como hoy lo tenemos.


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