LA EMOCIÓN: MOTOR DEL CONOCIMIENTO

Estoy completamente seguro de que el nuevo petróleo del mundo se llama: conocimiento, por lo que, si un país tiene un sistema educativo deficiente, está condenado a la pobreza, y debemos ser honestos, nuestro sistema educativo mexicano tiene mucho que mejorar. Además, países como el nuestro, acostumbrados a vivir de los recursos naturales no renovables y las remesas, complican aún más, su panorama en el futuro próximo.

México hace un gran esfuerzo en tratar de mejorar su educación. Busca cubrir más poblaciones con escuelas, pero mientras no entendamos que nuestro problema es de enfoque, muy poco podremos avanzar. Hemos creído que la memorización de datos que se miden fácilmente son el camino para “formar”, olvidando que en el siglo XXI la innovación que surge del nuevo conocimiento es la apuesta de los más desarrollados.

¿Qué deberíamos hacer?
Primero debemos entender que las emociones son la base en la cual se cimienta el aprendizaje. Sin emoción, no hay aprendizaje. Un estudiante que no se emociona ante el conocimiento, es difícil que logre buenos resultados.
Primero debemos lograr la atención de nuestros alumnos, partiendo de que varios estudios nos demuestran que el tiempo de una explicación inicial no puede pasar de 15 a máximo 20 minutos, pues a partir de ese momento es muy complicado que el alumno mantenga la atención; “y la atención hay que evocarla, ésta sigue a la curiosidad sin necesidad de pedírselo al alumno… La curiosidad, lo que es diferente y sobresale en el entorno, enciende la curiosidad” (Mora, 2013), es lo que en algunos de mis escritos denomino como JumpStart, esa chispa de emoción que lleva al alumno a conectarse con el conocimiento.
Según el pedagogo Xabi Gomez algo que convendría recordar más a menudo es que lo importante no es lo que enseñamos sino lo que nuestros alumnos aprenden, por lo que debemos entender que no siempre debemos priorizar la finalización del libro de texto frente a ceder tiempo en el aula a posibles planteamientos que salgan del propio alumnado.
En definitiva, nuestros maestros deben entender que son el motor de los estudiantes para llevarlos a un viaje de construcción del conocimiento para un nuevo conocimiento.
“El aprendizaje no puede ser, como durante mucho tiempo lo ha sido, aprender de memoria conceptos aburridos, inconexos y descontextualizados y alejados de la realidad del alumno. A pesar de ello, es indudable que los alumnos han de conocer determinadas informaciones de memoria, pero la mejor forma de que vayan a la memoria a largo plazo es por medio de la reflexión. La optimización del aprendizaje requiere entrenamiento, es decir, la repetición apropiada que permita la automatización y consolidación de hábitos adecuados” (Karpiche & Blunt, 2011).
Para terminar, me gustaría señalar algunos ejemplos que presenta Xabi Gomez sobre lo que debemos hacer padres y maestros a la hora de enseñar. “En vez de decir al alumno: No todo el mundo es bueno en matemáticashaz lo que puedas, un maestro o un padre debería decir: Cada vez que resuelves un problema de matemáticas tu cerebro crece. O en vez de decir: Tal vez el inglés no es tu punto fuerte, un enfoque mejor sería: El inglés todavía no es uno de tus puntos fuertes, tendrás que esforzarte un poco más.

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