¿AMLO SIN OPOSICIÓN?

Tenemos que aceptar que al presidente Andrés Manuel López Obrador lo eligió el país entero y no únicamente los poco más de 30 millones que votaron por él en las últimas elecciones presidenciales.


AMLO es hoy presidente porque México se cansó de la corrupción de sus políticos que abusaron desmedidamente y sin consecuencias; de muchos empresarios que encontraron la manera de aumentar sus capitales robándole al país; de muchos ciudadanos que convirtieron la corrupción en una normalidad, pues se volvió muy fácil entregar mordidas para evitar infracciones, o evadir impuestos con la disculpa de que “el gobierno se roba todo”.

La realidad de México es que hoy no existe una oposición fuerte, pues como escribiera en su columna Jorge Zepeda Patterson: “¿cuántos grandes empresarios, líderes sindicales, caciques regionales, exgobernadores y líderes de agrupaciones políticas resisten una revisión puntual de sus cuentas bancarias o sus declaraciones fiscales?... el problema de las élites económicas y políticas adversas a López Obrador reside en la extrema fragilidad en que los mantiene su pasado”. 

El gran problema de nuestro país ha sido el de convivir de manera natural y descarada con la corrupción, y esto le ha entregado un enorme poder al presidente de México, para quien hoy es muy fácil encontrar actos de corrupción en casi cualquier lugar en donde decide buscar, aumentando aún más el enojo de la sociedad, pero fortaleciendo el amor de sus seguidores.

La promesa de campaña de AMLO siempre fue clara y directa en cuanto a atacar a la corrupción, y lo ha cumplido, pues en un país donde ser corrupto es un acto “casi normal”, es muy fácil encontrar situaciones anómalas. La débil oposición le señala al presidente que en su equipo también conviven corruptos que participaron en gobiernos pasados… pero el presidente astutamente señala que él les dará la oportunidad y que, ante cualquier descarrilamiento, no se detendrá en sancionar a quien sea parte del acto.

Lo delicado de esta situación es que tenemos un país completamente dividido, entre quienes siguen y seguirán al presidente a pesar de sus muy desatinadas acciones, que aunque no todas han sido totalmente equivocadas, muchas sí han logrado desestabilizar a México frente a la inversión extranjera y local; y los demás (la débil oposición) de quienes están viendo como las decisiones que se toman día a día, pudieran desestabilizar la democracia y la economía, afectando el estilo de vida de la clase media y alta del país. Lo que no hemos logrado entender, es que la gran masa que sigue al presidente son personas que fueron completamente olvidadas por los anteriores gobiernos (México cuenta con cerca de 70 millones de personas con algún grado de pobreza según datos de la OCDE), y que dentro de sus carencias el seguir a quien les de una esperanza, es la mejor opción que tienen frente a los gobiernos que les prometieron muchas veces y les dieron la espalda casi siempre.

 ¿Qué hacer frente a este panorama?

- México necesita una oposición seria. No por atacar al presidente, sino mas bien por garantizar la democracia. Ésta se debe construir desde el entendimiento del país. Mientras no se tenga una alternativa para disminuir la desigualdad entre ricos y pobres, difícilmente AMLO bajará su popularidad.

- En las elecciones del 2021 estarán en juego 21.368 cargos públicos y 15 gubernaturas. Si la oposición desea avanzar (llámese partido político tradicional o candidatos independientes), se necesita realmente crear una estructura de pequeñas voluntades locales conectadas nacionalmente, pero con soluciones por estado, donde el objetivo primordial sea el de minimizar las desigualdades en el país. OJO: las desigualdades no se solucionan regalando dinero. Las desigualdades se lograrán disminuir cuando entendamos que: debemos mejorar el sistema educativo (así sea una competencia federal, cada estado tiene herramientas para mejorar su enfoque); debemos mejorar el trasporte público (buscando dignificar la pobreza para acercar a la población a las fuentes de empleo, pues la dignificación se vuelve a la base para mejorar y crecer); necesitamos enseñar emprendimiento, ya que solo así cambiaremos el tradicional concepto de pedir, para llevarlo al de generar; tenemos que lograr erradicar definitivamente la corrupción (al año la corrupción nos cuesta 1.63 billones de pesos, dinero que bien se podría invertir en construir un México diferente), fortaleciendo las leyes, y entendiendo que esto solo lo lograremos cuando TODOS aceptemos construir un país sin corrupción, haciéndonos totalmente responsables de cualquier consecuencia por nuestros actos.

Debemos aceptar que el presidente de México es Andrés Manuel López Obrador y aunque podamos estar o no, de acuerdo con sus decisiones, tenemos la obligación de trabajar por construir un mejor México; y esa es nuestra principal obligación.

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