NUESTRA ECONOMÍA ¿DEPENDERÁ DE LA EDUCACIÓN?

El panorama de nuestro país no pinta muy bien si hablamos de economía.

La dependencia que hoy tenemos hacia el petróleo (que cada vez aporta menos a nuestra economía), las remesas (un ingreso que no controlamos), el turismo (amenazado por la inseguridad desenfrenada) y la industria automotriz, es preocupante, pues el mundo ha entendido que se debe invertir en innovación si se busca una economía exitosa en el siglo XXI.

En México somos cerca de 130 millones de personas, y contamos con una maravillosa historia cultural, geografía envidiable, dos océanos, abundantes recursos naturales, y gran diversidad.


Según el Banco Mundial, somos la undécima economía del planeta (existen193 países y dos estados observadores que no son miembros de la ONU), y contamos con un PIB per cápita de 10.276 dólares (2019).

Si bien el estar entre las primeras economías del mundo nos debe llenar de orgullo, la realidad es que somos uno de los países más desiguales de América Latina; y justamente la disminución de la pobreza ha sido el reto que no hemos logrado resolver.


Nuestra economía tuvo un crecimiento estimado en poco más del 2% entre 1980 y 2018. Nuestro Producto Interno Bruto (PIB) per cápita hoy representa el 34.0 por ciento del PIB per cápita de Estados Unidos, en comparación con el 49.0 por ciento


que representaba en 1980, lo que nos presenta una clara pérdida del poder adquisitivo de nuestra población. Y es claro, pues mientras nuestro vecino del norte apuesta por la innovación como motor de su economía, nosotros seguimos pretendiendo vivir de la minería y la mano de obra barata, una estrategia que, según los expertos, no funcionará para los enormes retos que depara el siglo XXI.

Según el Banco Mundial, nuestro objetivo de reducción de la pobreza ha sido muy limitado, pues la población que vivía por debajo del umbral de pobreza monetaria en 2018 fue del 48.8 por ciento, número muy similar a lo observado en 2008.


Según un informe de OXFAM Tiempo de Cuidado, los seis mexicanos más ricos acumulan 8 veces más riqueza que el conjunto de 62 millones de los más pobres de México. El gran reto que tenemos en este país será el de disminuir esta brecha enorme entre pobreza y riqueza, y el único camino viable para hacerlo, es construir un sistema educativo acorde a las necesidades del siglo XXI, lo que significa un sistema que potencie la innovación y el emprendimiento.

Mientras sigamos usando sistemas educativos obsoletos centrados en la memorización, va a ser prácticamente imposible que la población más vulnerable salga del lugar donde esta para aspirar a un mayor crecimiento de ellos mismos y de sus familias.

Necesitamos entender que la fórmula de pretender vivir del petróleo está completamente fuera de foco en el siglo XXI, y ante la robotización mundial de la industria manufacturera (automotriz, principalmente), pensar en atraer a las multinacionales por nuestra mano de obra mal pagada, es un camino que cada año será menos viable.


Es urgente y necesario que cambiemos de estrategia, pues ante un planeta que evoluciona tan rápidamente, México debe ser capaz de adaptarse y crecer, y esto seguramente se deberá hacer de la mano de una nueva manera de educar.

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