¿ACEPTAMOS SER CORRUPTOS?

¿Cómo hacer que la gente confíe en sus políticos y en los Gobiernos cuando en muchos países no han hecho más que robar o mentir?

La clave es eliminar la corrupción, porque cuando hay corrupción se rompe el contrato social entre le pueblo y sus gobernantes.

Gert Tinggaard Svendsen, profesor de la Universidad de Aarhus

No tengo la menor duda de que la corrupción es el principal problema de México. Al año, nuestro país destina poco más de 1.63 billones de pesos a este flagelo. Mientras el mundo en promedio gasta el 5 por ciento del PIB (Producto Interno Bruto) en corrupción, México lo duplica.

Tomando como referencia los estudios publicados en el reciente libro de Andrés Oppenheimer: ¡Cómo salir del Pozo!, vemos como en Dinamarca, el país más feliz del mundo y uno de los menos corruptos, también había una gran corrupción en el siglo XVII, hasta que el rey Frederick III, que era luterano, lucho arduamente contra este vicio a fin de fortalecer su ejército para reconquistar lo que hoy es el sur de Suecia. Desde entonces Dinamarca ha luchado contra este flagelo pues según Gert Tinggaard Svendsen, profesor de la Universidad de Aarhus, “el mejor consejo para cualquier país que quiera aumentar su reserva de confianza social es mejorar la calidad de sus instituciones para combatir eficientemente la corrupción”.

¿Cuál es la raíz de nuestra “aceptada” corrupción?

Muchos hablan de nuestro origen español señalando que quienes nos conquistaron eran “presos” que no tenían nada que perder en los viajes peligrosos impulsados por España en la conquista. Otros lo atribuyen a la desigualdad, y unos más a la falta de educación.

Particularmente creo que nuestra corrupción se debe en gran medida a la impunidad. Seamos claros, para que un funcionario se corrompa, existe falta de ética, un empresario que soborna, y una sociedad que en todo caso lo acepta. En México hemos normalizado tanto la corrupción, que en nuestras mesas familiares se comenta, incluso con risas, los terribles paradigmas de que “en México el que no tranza no avanza”, o que “si no te pones la del Puebla” nada se logra.

Según el libro de Oppenheimer en un experimento masivo -hecho por académicos de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, y la Universidad de Zúrich en Suiza y publicado por la prestigiosa revista Science- se dejaron más de 17.000 billeteras en lugares públicos de 355 ciudades en 40 países para ver cuales tenían más gente honesta que las devolviera. Y el país más honesto resultó ser Dinamarca; señalando los investigadores que “la honestidad cívica es esencial para el desarrollo económico y la felicitad de los países. Sin honestidad, se quiebran las promesas, se incumplen los contratos, se dejan de pagar los impuestos, y los gobiernos se corrompen”. Tristemente en este estudio se señaló a México como el país que más billeteras regresó, pero sin dinero; muy lógico resultado, dentro de esa doble moral que se “acepta” en México, donde nos encanta señalar a quien roba, pero volteamos la vista cuando damos una “mordida”, o cuando “copiamos en un examen”, pensando que solo es grave cuando se roban muchos millones.

Siempre he señalado que la honestidad es un principio, se es honesto, o no, y esto debemos enseñarlo en las escuelas e inculcarlo en las familias.

México necesita crear un sistema estricto de sanciones para evitar que este flagelo siga siendo parte de nuestra sociedad. Debemos lograr que quien roba, recibe dinero o regalos para un favor, o da dinero para un beneficio, sea sancionado ejemplarmente; y esto solo se logra si hay un consenso de nuestros gobernantes para cambiar nuestra realidad. Ojalá algún día tengamos un líder en México capaz de enfrentar la corrupción de manera decidida y seria, sin discursos, sin mentiras, sin doble moral, con acciones claras que nos lleven a que la sociedad pueda recuperar la confianza en su país. Por ahora, los discursos sobre el tema han sido estériles y llenos de mentiras y engaños hacia una sociedad que quiere creer, pero que en realidad sufre las consecuencias de unos gobernantes que juegan con nosotros.

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