24 DE DICIEMBRE: Un buen día para comprometernos con un cambio

La navidad sigue siendo el mejor momento de revaluar nuestra vida y renacer, iniciando con los cambios que deseamos. Es un buen momento de reconciliación, tolerancia, esperanza, y por supuesto, unión familiar. 


La navidad es el momento de que hagamos un análisis de nuestra vida tratando de encontrar nuestros errores y carencias, a fin de renovarnos y mejorar, luchando por iniciar el nuevo año con bríos, retos y ganas de ser mejores.

La navidad, el momento en que el creador se volvió como nosotros, se convierte en la mayor invitación para que entendamos que muriendo se nace y que marchitando se es diferente.


La cruda realidad en que vivimos nos exige que los seres humanos logremos “romper nuestra burbuja” de individualismo, tratando de entender la gran responsabilidad que tenemos. Hoy más que nunca debemos entender la “irracionalidad aceptada” del planeta; esa irracionalidad que nos lleva a acumular millones y millones de pobres, desplazados, golpeados e indigentes que deambulan en nuestras ciudades ante nuestra cada vez mayor aceptación. Pareciera que nos dimos por vencidos en la guerra contra el subdesarrollo. Hoy tenemos 1.100 millones de personas que diariamente pasan hambre en el planeta, una cifra que no cambia mucho… ¿qué nos está pasando? 


Hoy México acumula cerca de 70 millones de pobres, una cifra que nos lleva a darnos cuenta de la tremenda desigualdad entre riqueza y pobreza que cada día le hace más daño a nuestro país. Según datos del INEGI, el 89% de las personas que nacen pobres en el sur de México, se mueren pobres; una dura realidad que deja a la migración y al narcotráfico como casi únicas salidas a la realidad en que se nace.


Esta navidad se convierte en el mejor momento para fomentar en el seno familiar los valores:  Queremos tener, pero siempre será más importante: ser. Ser un hombre o una mujer que entiendan su existencia como la posibilidad de entrega, buscando el bien general; dando todo de sí, al servicio de sus semejantes; y para ello no se necesita dinero, se necesita una actitud diferente ante la vida.


La solidaridad es mirar al que nos rodea, entenderlo, meterse por un instante en su realidad y su dolor, o su alegría también. Ser solidario es entender que somos responsables de nuestro entorno y desde allí tenemos la obligación de contribuir en el crecimiento compartido y equilibrado de la sociedad. 

Para los que somos empresarios, el capitalismo consciente es la mayor obligación que tenemos, pues debemos entender que con nuestras empresas debemos desarrollar la economía, mejorar a la sociedad y cuidar el medio ambiente. Ya no es posible crecer a costa de todo y por encima de todo, y este fin de año es un maravilloso momento para analizar esta misión de vida.


Para este día tan importante, dejemos un poco de lado el materialismo de los regalos y las costosas fiestas de celebración, para desde nuestro interior buscar que nuestra familia y nosotros mismos nos comprometamos en la construcción de un México diferente. Un México que ante el dolor no acepta, trabaja y se une. Un México que ante la pobreza no se esconde, lucha; entendiendo que, si bien pareciera que la adversidad nos persigue como país, tenemos todo los recursos y el capital humano necesario para que nuestra realidad sea diferente. Hoy debemos comprender que el camino que hará la diferencia será el trabajo conjunto y el compromiso con quien pasa a nuestro lado, aunque no sepamos su nombre.


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