SIN SENOS NO HAY PARAÍSO
México se desangra frente a la mirada pasiva de su sociedad, autoridades y el mundo entero.
Durante el gobierno de Vicente Fox México acumuló 60.280 homicidios. Luego en la presidencia de Felipe Calderón, el país llegó a 120.463 homicidios. Con Enrique Peña Nieto, llegamos a 156.066. Con Andrés Manuel López Obrador, el país estuvo cerca de los 200 mil muertos; y en lo que llevamos del nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum llevamos 2.564 homicidios dolosos (82 diarios). En este inicio del actual sexenio los estados más violentos han sido Guanajuato, Guerrero, Sinaloa, Baja California, Estado de México y Chihuahua.
Hace varios años, a finales de los 90´s, muchos advertimos de la similitud de lo que empezaba a vivir viviendo México con lo que había vivido Colombia en la peor época de seguridad, una violencia que afectó a todo un país, que alejó las inversiones, a los visitantes y que complicó la gobernabilidad. Tristemente no hicimos nada… México hoy vive uno de los estados de violencia más grandes de su historia. Casi todos hemos tenido que soportar algún tipo de violencia en algún momento de nuestra historia reciente, lo que realmente nos lleva a dudar de que esto tenga alguna salida.
Cada día vemos más “normal” que sucedan masacres, que se den levantones, secuestros, extorsiones, asaltos en carreteras, balaceras e incluso bombardeos con drones. Hoy vivimos en un país que ha normalizado la violencia y que acepta que la muerte le ronde todos los días.
A esta penosa situación se suma la música alusiva a la delincuencia, que ensalza a los actores y que hace parte de cualquier sitio público en nuestro país. Esa “cultura”, la del narco se ha vuelto aspiracional, pues muchos jóvenes y adultos también, creen que es “chido” ser el patrón y tener mucho dinero, como si existiera alguna historia feliz en este giro. La realidad es que todos los narcotraficantes “importantes” del mundo han terminado muertos o en una cárcel, una realidad totalmente diferente a la que se cuenta en las plataformas de internet que enseñan series donde los villanos son los héroes, y muestran que vivir delinquiendo “funciona bien”.
A esta historia se suma la moda, pues la vestimenta se vuelve en un aspecto vital para llamar la atención y mostrar al mundo que ahí están y que no hay que esconderse. En cuanto a la estética, las cirugías exageradas también hacen parte de esta historia. Colombia puso la moda de operarse así, con exageración, porque decía la historia callejera, que “el patrón las prefería voluptuosas” pues “sin senos no hay paraíso”, así que México también decidió copiarlo y ahora vemos con normalidad que la exageración en la mujer es “atractivo” para los “patrones”.
Tristemente hoy vivimos en un México que está perdiendo el rumbo, que se desangra, y que ve en la muerte, en el narcotráfico el camino para sobresalir y ser “alguien”, pues a falta de educación de buena calidad y de un plan económico incluyente, la salida es sumarse a buscar el camino corto.
Lo lamentable es que para cambiar esta pseudo cultura necesitaremos muchos, muchos años. Necesitaremos que la ley funcione, que las autoridades lo entiendan y que nos demos cuenta de que por muy “rentable” que sea este negocio, la realidad es que no hay felicidad al final de las historias.
Hoy más que nunca nuestro país necesita un rumbo diferente, uno que lo lleve a construir historias de éxito y desarrollo basadas en el esfuerzo y potenciando la gran capacidad de los mexicanos para crear, para innovar y para hacer el bien.
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