EL MUNDO EMPRESARIAL NOS EXIGE SER AMBIDIESTROS

Recientemente hemos visto que empresas norteamericanas han estado quebrando, entre ellas Forever 21, Avon, Tupperware, Hooters, Red Lobster, entre otras. Y es normal, muchas empresas fracasan incluso después de estar bien posicionadas.

Pero ¿qué estará pasando con estas empresas en particular?

Para un funcionario de Forever 21, la inflación y la competencia de ventas en internet de plataformas como Temu y Shein, han sido complejas, llevando a esta empresa mundial a declararse en bancarrota.

Alguna vez me toco leer una frase de David Rose que decía: “Cualquier organización diseñada para el siglo XX, está condenada al fracaso en el siglo XXI”; y es cierto, si las empresas no entienden al nuevo mercado de compra, si no usan tecnología; si no se escucha, entiende, y atiende a las nuevas generaciones, y en general a los diferentes tipos de clientes, seguramente pasarán muchos problemas.

Según el Financial Times el número de bancarrotas empresariales en Estados Unidos alcanzó en 2024 su número más alto en 14 años. Por lo menos 686 compañías norteamericanas se declararon en quiebra en 2024, un 8% más que en el 2023.

Es interesante entender las razones por las cuales las empresas fracasan, pero hoy me quiero detener para analizar lo referente a la innovación dentro de las empresas. En medio de ello, surge el concepto de ser una empresa ambidiestra. Para algunos autores, una empresa ambidiestra es aquella que utiliza la innovación para conseguir, de forma simultánea, el crecimiento del negocio actual y la exploración de nuevos campos de acción. En resumidas cuentas, una empresa del siglo XXI debe centrarse en operar eficientemente con “una pierna”, pero con la “otra pierna” estar pensando en lo que viene en el futuro.

Para las empresas ambidiestras, la innovación debe ser equilibrada, teniendo una parte mayor (quizás entre un 60 y 70%) a la innovación incremental, la cual se enfoca en mejorar los productos existentes, optimizando procesos, aumentando la eficiencia, atendiendo y respondiendo al mercado actual. Es buscar resultados en el corto plazo. 

Luego viene la innovación adyacente en la cual se debería invertir algo cercano a un 20%, la cual explora nuevas áreas de negocio que ayuden a expandir la empresa. Esta innovación busca oportunidades en mercados diferentes, o crear áreas de actividades complementarias, incluso la creación de una spin-off (una empresa derivada de otra empresa).

Al final está la innovación disruptiva (se debe invertir mínimo un 10% en ella) que busca crear nuevas categorías de mercado, desafiando lo existente y creando nuevas reglas del juego para el mercado y para los clientes; aunque presenta un gran riesgo, si se logra disrumpir, se genera una escalabilidad impresionante de la empresa.

El siglo XXI está retando fuertemente las maneras de comercializar, por lo que las empresas que tienen poca movilidad al cambio, seguramente sufrirán bastante en este nuevo mundo.

Un gran reto para los empresarios es no dejarse absorber totalmente por la operación y tener la mente abierta al cambio, por lo que la capacidad de adaptación es una herramienta que se vuelve fundamental en los equipos de hoy.


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