AMLO: LA CORRUPCIÓN, UN TEMA MAL MANEJADO


Según datos de transparencia internacional cada año a México, la corrupción le cuesta cerca de 1.63 billones de pesos (más del 9% del PIB). Para poner este monto en contexto, debemos decir que esa cantidad equivale a 4 veces el presupuesto de la UNAM, o a la construcción de 5 millones y medio de casas de un valor cercano a 300 mil pesos, o a otorgar 13 millones y medio de becas de 10 mil pesos mensuales para estudiantes universitarios, monto que alcanzaría para pagar mensualidades en universidades privadas de prestigio.

El tema es complejo, pues quizás sea el mayor lastre que tiene nuestro país para crecer y desarrollarse; y no sólo es el monto robado, es la “cultura” que se ha generado por varias generaciones sumando lamentables frases como “el que no tranza no avanza”, “ponte la del Puebla”, y muchas más, que, entre risas y normalidad, se han ido sumando a nuestra cultura.

Seamos claros, la honestidad es un principio, así que es lo mismo darle “una mordida” a un policía para evitar una infracción, como los miles de millones que se pudiera robar un gobernador corrupto, como tantos que hemos tenido en México y que siguen libres al amparo de una impunidad que duele mucho a los que amamos y respetamos a México.

Personalmente veo con muy buenos ojos que el actual presidente de México decidiera atacar de lleno la corrupción, usando su “autoridad moral” y el decreto (recordemos que la idea del presidente es clara: si no robo, nadie robará) como arma (espero que le funcionen), y con ambos elementos, ha estado revisando a todos y a todo, políticos, funcionarios, empresarios, procesos, concesiones, etc., etc.

Lo que sí no entiendo es que decidiera destruir procesos o proyectos simplemente porque existe la duda de que la corrupción hace parte de ellos. Me explico mejor, si el presidente sospecha de corrupción en un proyecto, simplemente debería revisar y reencauzar el mismo, pues la cancelación de algunos está generando graves problemas para el país. El mayor ejemplo lo constituye el nuevo aeropuerto de Texcoco, que por “amaños y abusos” en los contratos se decidió cancelar, usando una consulta ciudadana para legitimar la decisión; situación que nos hizo ver muy mal a nivel internacional, además de generar una pérdida irreparable de recursos pertenecientes a todos los mexicanos.
Otro ejemplo fue el del complejo tema del huachicoleo donde se cerraron los ductos para evitar el robo, decisión arriesgada que paralizó gran parte del país por varios días, aunque he de señalar que se controló en poco tiempo, aunque el sistema de pipas de transporte que usamos actualmente encarece el costo de los combustibles.
En el tema de las guarderías, la situación es similar, ¿hay dudas de corrupción? “las cerramos”.
Uno de los casos que a mi parecer se ha tornado bastante complejo es el referente al gasoducto Texas-Tuxpan, donde se decide “romper” el contrato ante las dudas de posible corrupción. Como diría Leonardo Kourchenco: “El barco tiene ratas… hunde el barco”; aunque ahora el presidente acepta crear una tregua en este proceso, pues dice: “representantes de los empresarios me lo pidieron”.

Si la corrupción se ha extendido en nuestro país de manera indiscriminada, habrá que investigar, actuar, sancionar, reforzar, auditar, deslindar responsabilidades, actuar jurídicamente y limpiar los proyectos, pero estas decisiones de cancelaciones por “decreto” destruyen no solo la imagen del país en el exterior, sino también, limitan nuestra economía retrasando el desarrollo.

Comentarios

Entradas populares