LA POBREZA NOS AHOGA


De los 7.500 millones de personas que somos en el planeta, cerca de 2.000 millones no tiene agua potable, y más de 4.500 millones no tienen un adecuado servicio de saneamiento, según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud).

Poco más de 1.000 millones de personas no tienen como alimentarse cada día en el planeta, y 8.500 niños mueren cada día por hambre.

En América Latina ya acumulamos (datos Cepal 2019) 191 millones de pobres (30,8% de la población total), de los cuales 72 millones se encuentran en pobreza extrema, lo que significa que tienen menos de un dólar al día para sobrevivir. Los países que más han aumentado su pobreza son Venezuela y Brasil.
Según datos de la Oxfam (Oxfam es un movimiento mundial de personas que trabajan juntas para acabar con la injusticia de la pobreza), los 8 multimillonarios más ricos del planeta acumulan lo mismo que 3.800 millones de personas.
"El abismo aumenta entre ricos y pobres, penalizando la lucha contra la pobreza, perjudicando la economía y alimentando la rabia en el mundo", Así lo afirmó Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam Internacional. Los Gobiernos "deben asegurarse de que las empresas y los más ricos paguen su parte de impuestos".

Según la Oxfam, las tres acciones que los gobiernos de América Latina deben llevar a cabo para disminuir la pobreza, son:
  • Universalizar la provisión gratuita de servicios públicos como la salud y la educación y que funcionen bien para todas y todos.
  • Liberar tiempo a las mujeres reduciendo las horas no remuneradas que dedican cada día al cuidado de sus familias y sus hogares
  • Poner fin a la carrera a la baja en la tributación de las personas más ricas y las grandes empresas

Lastimosamente las diferencias entre ricos y pobres crecen cada día más con la industrialización del planeta, pues al tecnificar, los empresarios suben sus ingresos, y al otro lado, cada día se tienen menos puestos de trabajo debido a la tecnología, y los trabajos que quedan, cada día son menos remunerados ante la gran necesidad de personas por trabajar, lo que lleva a que la clase trabajadora día con día tenga menor poder adquisitivo.
Lo complejo del tema es que en este siglo XXI el nuevo petróleo se llama conocimiento, por lo que los países con buenos sistemas educativos van a seguir liderando, mientras que los que no lo tengan (casi toda América latina), no sólo están condenados a la pobreza, sino quizás a la miseria.
Nuestros países en América Latina viven principalmente de sus recursos naturales, de la energía no renovable (la que viene del petróleo y el carbón), y de la mano de obra barata, lo que complica enormemente nuestro panorama en el mediano plazo.
Definitivamente estoy convencido de que tenemos que poner TODOS nuestros recursos y empeño en mejorar nuestros sistemas educativos. Nuestros niños de América Latina deben tener las herramientas para enfrentar este siglo XXI tan competido. Tenemos que desarrollarles habilidades sociales y en general, las conocidas soft skills, el pensamiento crítico, las habilidades emprendedoras; tenemos que enseñarles inglés además de construirles habilidades para que puedan programar, para que conozcan de redes neuronales y de inteligencia artificial.

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