¿SOMOS CREATIVOS?

 ¿Somos creativos los mexicanos? Sin duda los somos, pero aún no logramos ser innovadores. Según un estudio realizado por la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual), sobre la capacidad de innovación (Índice Mundial de Innovación 2020), México ocupó el lugar 51. El estudio lo encabezan Suiza, Suecia, Estados Unidos, Reino Unido y Países Bajos.

¿Por qué no somos innovadores? La respuesta es simple: Porque tenemos un sistema educativo centrado en la memorización de conceptos y no en la generación de nuevo conocimiento, así lo demuestran las pocas patentes que realizamos como país cada año (438 patentes en 2019), frente a países como Estados Unidos (167.115, en 2019), o a China (360.919, en 2019).

 

Siempre he señalado que el nuevo petróleo del siglo XXI es el conocimiento, pero no un conocimiento que se acumule para obtener una calificación, es ese conocimiento que sirve de trampolín para generar nuevas cosas.

 

¿Cómo cambiar este paradigma?

El primer paso es decidirnos a cambiar el enfoque en el sistema educativo, debemos pasar de la escuela de las respuestas memorizadas a la nueva escuela de las buenas preguntas. Nuestros niños deberían saber cuestionar, preguntar, analizar, interesarse por el conocimiento. Solo así lograremos despertar y emocionar ante el conocimiento.

 

Segundo. Tenemos que formarnos como emprendedores. Un emprendedor es aquella persona que detecta una oportunidad y organiza los recursos necesarios para resolverla. Debemos siempre tratar de ver como mejorar los procesos; debemos volvernos constructores de soluciones.

 

Al final me gustaría presentar una estrategia que fue desarrollada por Robert B. Dilts en los noventa, y que fue basada en la técnica creativa de Walt Disney.

 

La idea con esta técnica es llevar a grupos de trabajo de entre 4 y 6 personas a desarrollar ideas que puedan mejorar un proceso o un nuevo elemento para la empresa.

El primer paso de esta estrategia se llama Modo Soñador: En esta primera fase, el objetivo es generar las ideas y para ello tenemos total libertar de crear. No hay límites, todas las ideas son buenas, por descabelladas que parezcan. Cada idea se expresa y los participantes las discuten y se suman a ellas.

 

El segundo paso se denomina Modo Realista. En este momento se deben aterrizar las ideas, y para ello usamos preguntas como: ¿Qué necesitaríamos para ponerla en marcha? ¿Tiene fallos? ¿Se podrá poner en marcha? Se trata de filtrar las ideas iniciales y desarrollarlas.

 

El último paso es el Modo Crítico. Allí debemos ser estrictos. Se decide el equipo por una sola idea y ésta se pone de cabeza. Se analiza por todos los puntos, y para hacerlo, nos apoyamos en preguntas como: ¿Tiene debilidades? ¿Puede generar

controversia en la sociedad o con los clientes específicos? ¿Tenemos la capacidad de realizarla? ¿Es lo que el cliente y el mercado pudiera estar bucando?

 

Existen muchas maneras y técnicas para desarrollar procesos creativos, lo importante es que como país logremos cambiar la mentalidad de ser consumidores de las soluciones de otros, para pasar a ser creadores de nuevas soluciones; y estoy seguro de que solo lo lograremos, con un sistema educativo centrado en la innovación.

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