¿QUÉ HACEMOS CON ESTA VIOLENCIA INCONTROLABLE?

“Dos coches bomba, una bomba, tres matanzas, cuatro policías asesinados, un total de 30 muertos y más de 40 heridos es el balance de la jornada de horror que vivió Medellín el pasado jueves, a sólo 48 horas de las elecciones presidenciales en Colombia. La situación es tan grave que anoche rigió el toque de queda y la ley seca en casi toda el área metropolitana de esta ciudad” … historia pavorosa escrita por el diario El País, el 25 de mayo de 1990 sobre Medellín, la segunda ciudad más poblada de Colombia.

A la mitad del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, ya se rebasaron los 100 mil homicidios y feminicidios, según estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Estos datos alarmantes, representan un incremento de homicidios de un 16% en comparación con lo vivido con el presidente Peña Nieto. Los estados con mayor crecimiento de la violencia son Guanajuato, Baja California, Michoacán, Estado de México, Chihuahua y Jalisco.
Hace unos días el periódico Milenio presentó un reportaje donde señala que, en Fresnillo, Zacatecas (143.000 habitantes), se asesinan 54 personas cada mes en promedio, según datos de la Fiscalía General del Estado.

Durante la campaña presidencial de 2018, el actual presidente de México prometió “pacificar el país”, y aunque reiteradamente ha pedido tiempo para lograr su cometido, la realidad es que la violencia se recrudece año con año, frente a la pasividad de sus acciones. Ni la Guardia Nacional, ni el ejército en las calles han podido disminuir una violencia tremenda que vive gran parte de la república mexicana, situación que cada vez pone mas en riesgo las inversiones en el país y el turismo del cual vive gran parte de la población mexicana. Lugares tan paradisiacos e internacionales como Playa del Carmen o Tulum, se han convertido en centros de disputa de cárteles que ya no respetan, horarios, ni personas, para su accionar.
La situación se agrava, cuando las declaraciones del presidente siguen enfocadas en un sueño maravilloso pero imposible de alcanzar de “abrazos no balazos”, pues la guerra que vivimos en el país no hace parte de una disputa entre vecinos, es una guerra entre cárteles y grupos armados que buscan el control de un negocio que mueve miles de millones de dólares al año, y en el cual están involucrados muchos actores nacionales e internacionales.

Es completamente entendible que el presidente esté sentando las bases de programas sociales que ayuden a la juventud mexicana a tener oportunidades de trabajo con la idea de alejarlos de los grupos al margen de la ley; pero mientras estos programas prosperan y generan frutos, el presidente tiene que ejercer su autoridad resolviendo un problema al que NO le está poniendo la atención que merece, pues sigue esperando que “por arte de magia” se resuelva todo favorablemente.

México depende en estos momentos de la inversión extranjera y el turismo, y la seguridad es fundamental para que las empresas se instalen en nuestro país y más gente nos visite, por lo que necesitamos que López Obrador decida actuar y sentar las bases para una solución inmediata que logre pacificar a México. Mientras eso no pase, seguramente serán muchos más balazos que abrazos, los que estaremos recibiendo.
Rector Global University
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