Rappi: Una historia para contar

Según Iberdrola, una empresa Unicornio es “aquella que alcanza una valoración de 1.000 millones de dólares sin tener presencia en Bolsa siendo el sueño de cualquier start-up tecnológica que se crea”.

Simón Borrero, CEO de Rappi, la única empresa unicornio colombiana (valuada en $5.2 mmdd), comenta: “la suerte no busca a nadie debajo de las cobijas, hay que saltar al vacío para encontrarla y los problemas son siempre oportunidades”.

Este emprendedor que fue impulsado por su padre quien lo obligaba a ganarse cada cosa, incluyendo sus juguetees, acepta que el éxito de los negocios es apostar, fracasar y volver a intentar. 

Su primer negocio en la universidad fue Tin Marin, una plataforma similar a Rappi, pero sin tecnología. Se entregaban cosas a domicilio usando tarjetas que se repartían en las calles. Luego desarrolló una agencia de modelos on-line en la cual se lograron inscribir 5.500 modelos, pero quebraron al no encontrar trabajo para casi ninguna. Luego creó una página de bebés para madres primerizas, pero tampoco funcionó.

Simón señala claramente que hay que empezar joven a emprender, pues los fracasos a esa edad no duelen tanto, pues ahí tiene mucha energía. Lo importante es volver a empezar, nunca tirar la toalla.

Luego de tantos fracasos, se dio cuenta de que el mundo cada día estaba más conectado a internet (hoy tenemos 5000 millones de aparatos conectados a internet, en 2030, serán más de 1 trillón), y que, para vender, se necesitaba una página web y aplicaciones móviles, por lo que juntó un pequeño capital y decidió aprender a programar. Posterior a ello, crea un estudio de software para maquilarle a empresas multinacionales de gran tamaño, comenta Simón que logró juntar a 350 ingenieros, todos ellos soñadores que no buscaban el dinero, simplemente querían cambiar al mundo por medio de la tecnología, y justo allí, en medio de un sueño, comienza el experimento Rappi, que hoy se ha convertido en una empresa millonaria.

“Hemos crecido rapidísimo. Hace pocos años éramos ocho personas y ahora somos más de 3.500. Son casi 200 mil Rappitenderos en la región y esa velocidad de crecimiento hace que cometamos errores. Rappi crece 15 por ciento al mes, mientras que una empresa normal consigue esta cifra al año. Lo curioso es que en estos cuatro años que llevamos no hemos tenido un momento en el que sintamos que ya lo logramos”.

Al final de esta maravillosa historia, quiero cerrar con varias frases de Simón que valen la pena reflexionar:

- No recuerdo un domingo en que no hayamos trabajado horas largas en los últimos cuatro años. Ha habido mucho sacrificio y creo que la suerte está para los que se arriesgan, se exponen, buscan oportunidades y de alguna manera están ahí para que los toque la suerte.

- La diferencia entre las personas normales, cuerdas y los que emprenden, es que los primeros se levantan a tener un día tranquilo, pero los emprendedores decimos “quiero un día intranquilo, quiero comenzar por lo que no quiero hacer, por la conversación incómoda.

- Hay que aclarar que los emprendedores no solo son empresarios. También son periodistas o artistas, son personas que quieren construir algo diferente.

- A muchos les da miedo saltar al vacío y no saltan porque tienen una idea de éxito errada. En América Latina el que fracasa es el tonto, el que no la logró y todos protegen esa imagen. 


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