URGENTE PASAR DE LA MEMORIA A LA INNOVACIÓN

-Un país que no innova en este siglo está condenado a la pobreza-

Para todos es una realidad que el “nuevo petróleo” del siglo XXI es el conocimiento, por lo que la inventiva es fundamental para crecer las economías. Un país como México, acostumbrado a vivir de los recursos naturales y de proveer mano de obra barata a las multinacionales está en riesgo ante las complejidades que se presentan en la actualidad, pues el creer que el petróleo (principal soporte del país en las últimas décadas) nos soportará en los siguientes años pareciera un disparate, cuando el mundo ha decidido apostar por otras alternativas.

La mano de obra para la maquila también se encuentra amenazada ante la robotización acelerada, tanto así que la Universidad de Oxford presentó un estudio que señaló que el 47% de los trabajos estarán en riesgo en los próximos 20 anos debido a las computadoras y los robots.

Otro ejemplo es la IA (Inteligencia Artificial), la cual está replanteando muchas profesiones alrededor del mundo. La entidad financiera estadounidense Goldman Sachs develó en una investigación que la inteligencia artificial podría ocasionar una disrupción en el mercado laboral que afectaría a 300 millones de empleos en todo el mundo en los siguientes años.

¿Qué hacer? Para un país como el nuestro el reto será enorme, pues el sistema educativo mexicano centrado en la memoria se contradice completamente con la necesidad de formar innovadores, por ello nuestro sistema debería migrar al desarrollo del pensamiento crítico y analítico como base de la creatividad, la innovación y el emprendimiento.

México no inventa. Los países desarrollados han entendido que la invención (patentes) es fundamental para tener una economía exitosa en este siglo. El problema es que las patentes mexicanas vienen de “capa caída”. Atrás han quedado los grandes inventos mexicanos como el de José Antonio Alzate de 1790 quien creó el flotador que corta el agua en los sanitarios que se usan en todo el mundo, o la cápsula de protección antisismo de Reynaldo Vela de 2009 que resiste entre 40 y 600 toneladas, o el maravilloso invento de Sergio Aguirre que combinando software y hardware logró proyectar hologramas en 3D de tomografías y resonancias magnéticas. Otro buen ejemplo es el invento de Gabriela León que desarrolló la súper molécula Nbelyax como ingrediente activo para matar distintos virus como el ébola; y así podríamos seguir señalando los grandes desarrollos de mexicanos que han impactado al mundo, pero lastimosamente esta inventiva ha venido cayendo drásticamente en los últimos años.

Según un informe de Milenio, después de haber alcanzado su máximo histórico en 2018, las solicitudes de registro de patentes pasaron de 3 mil 881 presentadas ese año, a 2 mil 560 en 2022, un total de 1 mil 321 propuestas menos, lo que significa una caída de 34 por ciento; de hecho 2022 es el año más bajo en cuanto a presentación de patentes desde 2010.

El informe también señala que en el primer trimestre del presente año se presentaron 1 mil 149 solicitudes de registro lo que ―de consolidarse la tendencia en lo que resta del año― apuntaría a un nivel aún más bajo que 2022, y que todo el periodo del “boom” de la inventiva mexicana (2009-2018), e incluso de los últimos 30 años.

Una cosa es presentación de patentes y otra muy diferente es su aprobación, el promedio de aprobaciones en el periodo 2018 - 2022, no obstante, es de mil 194 por año; mientras que de 2009 a 2017, fue de mil 322.

Definitivamente nuestro país necesita invertir mucho más en ciencia y tecnología entendiendo que las economías exitosas apuestan por la creación, y para ello cambiar el enfoque del sistema educativo pasando de la memoria al pensamiento crítico es urgente y necesario para soñar con un país diferente en las siguientes décadas.


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